Lazaro Blanco

"El fotografo determina lo que es fotogarfiable y por lo tanto importante"

La singularidad de la fotografia se presenta en una relación ambigua con la realidad.......

Medio Contemporáneo de expresión, la fotogarfia escinde y conjuga tiempo y espacio

sujeto y objeto, luz y sombra.

Materialización de lo abstarcto

Abstracción de lo material

Lázaro Blanco (Ciudad Juárez, Chihuahua, 1938-México, D.F., 2011) fue un hombre dedicado plenamente a la fotografía. Creador de imágenes, poseedor de una mirada original, única, fue también un gran maestro. Por más de cuarenta años compartió la riqueza y el rigor de sus conocimientos en el Taller de Fotografía de Casa del Lago, que él mismo inició, donde se formaron varias generaciones de fotógrafos, hoy día en activo y muchos con gran reconocimiento

Para Lázaro Blanco, la fotografía se define en un instante fulgurante, aquel que logra conjugar el “detectar y capturar”. Se trata de un momento fugaz pero llano y simple: “La simplicidad real puede verse en una esquina o hacerse presente cuando uno fija la mirada en un punto sin saber por qué”.

Más que un continuo perenne, la realidad es la suma de fragmentos congelados: “cuando de una mirada borrosa y fuera de foco emergen las relaciones de luces y sombras y tu corazón se sobresalta por la urgencia en capturar, materializar esa simplicidad”.

Luz y sombra, fugacidad. Instante capturable gracias a la predisposición de la mirada curiosa. Lo que Blanco parecía llamar perspectiva propia es la posibilidad de la mirada aguda, entrenada a través de una honda educación visual que permitirá reconocer el instante capturable, pero potenciada por la audacia del emplazamiento óptico, el encuadre insólito.

Lázaro Blanco celebró reiteradamente la aparición del formato de 35 mm que liberó al fotógrafo de ciertas ataduras: esa pequeña cámara que posibilitó la exploración libre gracias a su portabilidad. Si bien una parte muy importante del trabajo del maestro fue realizado con cámara 6X6, el descubrimiento de la cámara pequeña le permitió tomas con perspectivas más versátiles, “desde abajo, por arriba, laterales, etcétera”.

La fotografía “Alegría de vivir”, tomada en 1967, marcó el momento en que Lázaro se inclinó por el formato de 35 mm que le permitió capturar mejor ese sutil e inaprensible instante fotográfico: “la cámara de formato pequeño ofrece las mayores ventajas para hacer imágenes significativamente distintas, cuando se la libera de las ataduras de los soportes necesarios para las cámaras de mayor formato. Quien bien entiende el concepto básico de la dinámica de la imagen hecha con el formato de 35 mm, no intentará, ya siquiera, colocarla sobre un tripié”.

Olivier Debroise escribió en su estudio Fuga mexicana (1991), fundamental sobre la fotografía en el país, que “Lázaro Blanco parece resistirse al exceso de ‘facilidad’ inherente a la práctica de la fotografía, y busca evitar una sobrecarga de pintoresquismo, aislando elementos del entorno, vaciando a sus imágenes de personajes típicos; esta manera de ‘despoblarlas’ se convierte en un virtuosismo que culmina en estilo propio. Lázaro Blanco fotografía ambientes, atmósferas; los objetos más sencillos, un cubo de agua, unas llantas, una tina abandonada, la puerta de una celda en una cárcel, unas canastas o —más austera aún, pero más difícil todavía— una barda metálica, con sus sombras geométricas en la pared encalada, le sirven para construir ‘poemas visuales’ mínimos (especies de haikus fotográficos), por el simple hecho de ser aislados y ofrecidos”.

Fotógrafo y maestro, en México y en Nueva York, la obra de Lázaro Blanco es un “fragmento” del tiempo y el espacio imprescindible en la historia de la fotografía. Un largo instante luminoso, que durará en el tiempo.

Su deceso, acaecido el 4 de mayo a los setenta y tres años de edad, después de una batalla contra el cáncer, deja un hueco imposible de llenar dentro del emblemático Taller de Fotografía que él fundara hace cuarenta y dos años en la Casa del Lago Juan José Arreola.



Blanco en Cuba